Esto no puede quedar así.
El sábado salí de Mâcon sobre las ocho y cuarto de la mañana y a las nueve de la noche ya estaba en mi casa, con sólo dos paradas: una para echar gasolina, ambas las dos para hacer algo que no debía hacer dentro del coche y que nadie más podía hacer por mí. Definitivamente, los hábitos de conducción de mi padre se me han pegado. El viaje se puede hacer completamente por autopista o autovía (la parte francesa es de pago y sale por unos 55€ ) y me ha resultado relativamente cómodo: he aprovechado para escuchar unas doce horas de podcastes y me he bebido el primer redbull de mi vida (que, muy seguramente, va a ser también el último). Además de escuchar podcastes y no poder disfrutar del paisaje, un viaje de éstos puede muy bien servir para hacer planes: he pasado por un desvío a Montélimar y definitivamente necesito visitar ese pueblo en el que transcurre "Conte d'automne" de Éric Rohmer y ver si reconozco las calles o el restorán. No es el único sitio que me llama. Qu...