Esto no puede quedar así.

El sábado salí de Mâcon sobre las ocho y cuarto de la mañana y a las nueve de la noche ya estaba en mi casa, con sólo dos paradas: una para echar gasolina, ambas las dos para hacer algo que no debía hacer dentro del coche y que nadie más podía hacer por mí. Definitivamente, los hábitos de conducción de mi padre se me han pegado. El viaje se puede hacer completamente por autopista o autovía (la parte francesa es de pago y sale por unos 55€ ) y me ha resultado relativamente cómodo: he aprovechado para escuchar unas doce horas de podcastes y me he bebido el primer redbull de mi vida (que, muy seguramente, va a ser también el último).

Además de escuchar podcastes y no poder disfrutar del paisaje, un viaje de éstos puede muy bien servir para hacer planes: he pasado por un desvío a Montélimar y definitivamente necesito visitar ese pueblo en el que transcurre "Conte d'automne" de Éric Rohmer y ver si reconozco las calles o el restorán. 

No es el único sitio que me llama. Quiero volver a Avignon y ver las calles de Nîmes donde se rodó "Ronin". No sé que hay en Orange, pero me encantaría descubrirlo. Y pasear otra vez por Lyon y ver todo lo que no fui capaz de ver con dieciséis años. O vivir una semana en la Rue en Gondeau de Montpellier. En general, la vida en el sur de Francia se presenta como algo muy apetecible, siempre y cuando la vida sea como la que se muestra en esas películas donde las comidas son interminables, la gente siempre es interesante y el vino parece no acabarse nunca ni producir resaca.

También he ido recapitulando un poco sobre el asunto principal del viaje: además de ver que las diferencias entre lo que se hace en Francia y España (alguna hay y concretamente en mi asignatura) no son grandes, me he reafirmado en la idea de que los intercambios deben ser una cuestión fundamental en cualquier instituto de enseñanza medianamente serio, aquí y en cualquier lugar de Europa. Para los alumnos la experiencia de convivir con gente de su misma de edad, con intereses e inquietudes similares, pero de otra cultura (más o menos distinta) sólo puede enriquecer y abrir su mirada, volviéndoles más receptivos a lo diferente, haciéndolos más maduros e intelectualmente inquietos. Para los profesores no se trata sólo de ver cómo trabajan los otros: también supone un intercambio de puntos de vista sobre multitud de cuestiones que nos afectan como docentes (condiciones laborales, percepción en la sociedad de nuestro trabajo, ...) y, cómo no, una experiencia cultural diferente al turisteo común.

Así que espero que esto no quede así, y que volvamos (el Cervantes, digo) a viajar a Mâcon o a Budapest o a Huy o a cualquier sitio en el que alguna vez estuvimos (y de donde también vinieron); y que el programa que acabamos de empezar continúe y crezca y cada vez implique a más gente, alumnos, familias y profesores. 


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No hay fotos en este post: no me parece correcto conducir y usar el móvil al mismo tiempo, más allá de los seis puntos seis del carné que creo que te pueden quitar.

Comentarios

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    1. Bonjour Antonio,

      Je suis contente de voir que tu es bien rentré. Je te remercie pour ta venue, qui a été très enrichissante pour moi aussi (malgré mon niveau 0 en espagnol) ! J'ai particulièrement apprécié ta gentillesse, nos échanges mathématiques et les "tortas" ;) J'espère que tu as trouvé ce que tu cherchais à travers ce voyage et c'est avec plaisir que je te reverrai, à Mâcon ou à Alcazar, qui sait ?!

      Amicalement,
      Ophélie

      P.S. : Ton blog est très sympa et drôle (merci google traduction...!).

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  2. Me alegro que la experiencia haya sido enriquecedora, gracias por compartirla. Noelia Ruiz

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